El pasado Día Europeo del Enoturismo es una excusa fantástica para disfrutar de una breve, pero intensa, escapada bajo el signo del vino. Algo que vaya más allá de la clásica postal hecha de viñedos y catas. Una propuesta que maride el viaje enológico con una experiencia nueva y rompedora. Porque el vino es un hábito, es parte de la vida y ayuda a contarla, pero también es la puerta de entrada a nuevos mundos y sensaciones.
El vino somos nosotros, es parte de ese esquema de belleza y bondad que guía nuestro estilo de vida desde hace siglos. Es un recurso formidable que hay que poner en red con todas las otras innumerables atracciones que ofrece nuestro territorio: la arquitectura, la gastronomía, el arte, la fiesta y, por supuesto, los paisajes únicos visitables por tierra, agua y aire. Después de todo, el vino habla el idioma de quienes lo beben.
He aquí algunas propuestas inusuales para aquellos que desean descubrir una nueva forma de experimentar el vino.
Por aire, por tierra y por mar
Las bodegas centenarias y sus hipnóticos viñedos puntúan toda la geografía española. Para visitarlas se puede elegir entre un sin fin de medios diferentes, aptos para todos lo gustos. En muchas zonas vinícolas es posible sobrevolar la alfombra de viñedos en su paleta de colores otoñales a bordo de un globo aerostático. Una experiencia capaz de dejar sin aliento a cualquiera.
El vuelo en globo nos traslada a una época de pioneros y aventureros, cuando cada día era un logro y cada trago un tesoro. De este vestigio del pasado es posible acariciar las ramas de los arboles o vernos reflejados en los grandes ríos del vino como Ebro, Duero, atravesando las nubes en busca del sol al amanecer. Y, por supuesto, no puede faltar un brindis en el aire.
Para los que prefieren mantener los pies bien plantados en la tierra, las opciones son muchas. Se puede pasear por los viñedos en segway o en bici eléctrica, además de descubrir de disfrutar de un picnic rodeados de los perfumes del campo.
En verano, hay zonas como en La Rioja y en el Empordà donde se puede bajar el río en kayak, parando en las bodegas para descansar y catar los mejores vinos de la zona. Los amantes del elemento acuático, también pueden conocer algunas de las mejores bodegas de las Rias Baixas y darse un paseo en catamarán por la Ría de Arousa o de Pontevedra con degustación de mejillones y albariño. Otro lugar privilegiado es Arribes del Duero que además de disfrutar de su gran Parque natural, podemos disfrutar de los vinos que se elaboran en esta zona que desde 2007 cuenta con su propia Denominación de Origen.
Aprender a pescar
Una experiencia muy peculiar es la Ruta del Vino y del Pescado, entre Rioja Alavesa y Lekeitio, Ondarroa y Bermeo. Un homenaje a la actividad de los arrieros. La jornada incluye un pequeño curso de cómo pescar truchas y una hora de práctica en una laguna de pesca.
Tras limpiar sus presas, los participantes pueden finalmente asar el fruto de su esfuerzo pesquero, y saborearlo junto con otros platos de la cocina local, relacionados con los arrieros y los mejores vinos del territorio. Siempre es mejor enseñar a pescar, que regalar un pescado.
Solucionar misterios a base de vino
El mundo del vino no podía quedarse fuera de una de las modas más exitosas de los últimos años: las escape rooms. En Cataluña, se puede visitar el primer Cava Escape de España, donde los participantes tienen que resolver un misterio del pasado, recorriendo túneles subterráneos durante 1 hora y 45 minutos, hasta alcanzar su merecido premio: una degustación de cava.
El concepto de ‘escape room enológico‘ se encuentra también en la zona de la Milla de Oro de la Ribera del Duero. El juego se basa en la siguiente situación: los trabajadores del departamento de I+D+I de la bodega han sido atacados por espías extranjeros y necesitan la ayuda de los jugadores para escapar. La recompensa será un paseo por el arte, la historia y la cultura del vino.
Un bosque de aventuras para toda la familia
Lo bueno de estas actividades es que no es necesario ser entendidos o grandes apasionados de vino para disfrutar. Son experiencias pensadas para grupos de amigos y familias. En este sentido, merece una mención especial, el plan ofrecido por las Rutas del vino del Somontano, donde es imprescindible la visita al Parque Granja Aventura, un lugar perfecto para que los más pequeños también disfruten.
Aquí se pueden realizar actividades como las tirolinas, los quads, las camas elásticas, el tiro con arco o el paint ball. Además, se puede dar un paseo por el parque, situado en un típico paisaje del Somontano, conocer su núcleo zoológico, cruzar un puente colgante o dejarse impresionar por su original Bosque de esculturas.
Relájate y aprende a crear tu propio vino
El vino no es solo emoción, también es relax. Los beneficios terapéuticos y las propiedades cosméticas de las uvas y sus derivados son mano de santo para el cuerpo y una buen sesión de vinoterapia en unos de los muchos centros especializados que surgen en los alrededores de las bodegas de toda España es un verdadero bálsamo para el alma.
En muchas bodegas se ofrece la posibilidad de crear un vino a nuestra medida, para sentirnos enólogos por un día. No hay que ser expertos para disfrutar de esta experiencia. El enoturista enólogo es guiado paso a paso en la realización de un coupage único, a partir de una selección de vinos de la zona. Y el mejor se lleva un premio. Una actividad perfecta para todos los que esperan aprender algo y disfrutan creando.
Vino y arquitectura, un maridaje ideal
Enoturismo en bodegas de artistas. Es una de las últimas tendencias para los amantes de la belleza y la bondad. En todo el territorio español se pueden encontrar bodegas que son verdaderas joyas de la arquitectura. Muchas de ellas incluso hospedan colecciones dignas de un museo. Un paraíso para los amantes del ‘viajar lento’, entre enogastronomía y arte.
Famosos arquitectos nacionales e internacionales han sucumbido al encanto del vino. En La Rioja, en Bodegas López Heredia-Viña Tondonia en Haro, encontramos el ‘porrón gigante’ de Zaha Hadid. En Elciego, Frank Gehry ha dejado sus inconfundibles curvas de titanio en Marqués de Riscal. Santiago Calatrava, en Laguardia, ha firmado un techo ondulado en bodegas Ysios que refleja las montañas circundantes y descansa sobre un largo edificio de madera de cedro. En Ribera del Duero encontramos a Richard Rogers en bodegas Protos, en Navarra a Rafael Moneo con Bodegas Señorío de Arínzano o Jesús Marino en Somontano con Irius.
Las bodegas de diseño no se limitan a la arquitectura contemporánea. En el Penedès, los amantes del ‘primer arte’ pueden visitar las joyas modernistas de Codorníu en Sant Saturní, diseñadas por Josep Puig i Cadafalch. Bajando hacia Tarragona, es obligatorio parar en Pinell de Brai, donde se alza una sorprendente bodega diseñada por Cèsar Martinell i Brunet, discípulo de Gaudí, conocida como ‘Les tres naus’.
Otra cuna del diseño arquitectónico y el vino son las grandes bodegas de Jerez, ejemplo de ello es la real Bodega de la Concha de Bodegas González Byass con una cúpula diseñada por Gustav Eiffel, famoso por su emblemática torre parisina que lleva su nombre.
El enoturismo en España es una experiencia completa, que permite descubrir el país en todos sus aspectos. De norte a sur, de este a oeste, los itinerarios de degustación son una oportunidad para visitar fascinantes regiones rurales y descubrir pueblos antiguos. Pero también para aprender y descubrir un poco más sobre nosotros mismos. Después de todo, somos lo que vivimos, así que si maridas tu vida con vino, te sabrá mucho mejor.
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